Camarera gorda ofrece sexo a sus clientes a cambio de propinas

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Absolutamente necesitaba dinero extra, y cuando el hombre me ofreció una buena suma a cambio de mostrarle mis grandes tetas, fue como un regalo del universo. Al principio pensé que era una broma, pero él insistió. No fue fácil vender mi dignidad, pero la necesidad saca lo peor de todos nosotros. Así que tomé el dinero y saqué mis enormes tetas para que el pudiera disfrutar de la vista. El hombre se emocionó y me pidió que le chupara la polla, no sabía qué hacer y, en caso de duda, me ofreció más dinero. No tenía nada que perder, no era la primera polla que me metía en la boca, así que acepté. Los dos estábamos muy satisfechos, él con una buena mamada y un polvo, y yo, la camarera gorda, con un bolsillo lleno de dinero.