Era inminente que el masaje a mi madrastra acabara en una follada
Desde el momento en que se quitó el sujetador y se echó boca abajo sobre la cama supe que acabaría follándome a mi madrastra. Mientras lo hacía, ella se volteó y me sonrió de tal forma que me di cuenta enseguida de que los masajes que me había pedido que le hiciera solo eran una excusa para que le pusiera las manos encima. A los pocos segundos, ya me había dejado verle las tetas. Eso fue suficiente para ponerme la polla dura, y ella lo notó. Fue entonces cuando un morreo terminó con la sesión de masajes para dar comienzo a una follada memorable en la que las mamadas de polla y las comidas de coño jugaron un papel fundamental.