Tuve que drogar a mi madrastra para desnudarla y tocarle las tetas nuevas

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Cuando mi madrastra se operó las tetas y se puso dos grandes melones, empecé a insistirle todo el tiempo con que me dejara verlas y tocarlas. Ella se negaba rotundamente, y la verdad es que tenía razón. El problema lo tenía yo, que era un hijastro muy cerdo y pervertido que quería jugar con las domingas de la madrastra. Tan obsesionado estaba que un día la drogué poniéndole una pastilla en el vaso y, cuando se durmió, le quité las bragas y le levanté el vestido para verle el coño. Después le toqué bien las tetas y, por supuesto, se las miré. Me excité tanto viendo a mi madrastra desnuda, que tuve que ir al baño a masturbarme porque no me animé a follármela. Menos mal. A los pocos minutos despertó, sin las bragas, y si me hubiese visto allí hubiera descubierto quién se las quitó.