Un masaje lésbico muy excitante y sensual

Lo que sucede entre la masajista y yo es un secreto entre las dos. Nadie tiene que enterarse, ya que ambas estamos casadas, y nuestras parejas se conocen desde hace muchos años. Todo se fue dando de forma natural, la primera vez que fui a que me diera masajes. Ella empezó a acariciar mi cuerpo desnudo embadurnado de aceite con sus manos y yo comencé a ponerme cachonda. Cuando notó que yo ya estaba excitada, me metió los dedos en el chocho mientras me tocaba las tetas con la otra mano y me masturbó hasta provocarme el orgasmo. Desde entonces, cada vez que estoy cachonda le hago una visita.